Tras las huellas II

¡Los testimonios se siguen sucediendo! ¡María Eugenia no deja indiferente!
“¡Emoción! sin duda la palabra que definiría esta experiencia que ha sido un auténtico regalo.
Emoción, transitar por los lugares donde vivió y creció y la importancia de cada uno de ellos a lo largo de su vida, Preisch, Sainte-Ségolène, Metz, Reims, calle Ferou, Saint Sulpice, Notre Dame.
Todo un privilegio, compartir Eucaristías, rezos, cantos en los distintos idiomas, experimentando lo que significa la palabra juntos. Como no podría ser de otra forma compartir risas y conversaciones como de una gran familia Asunción. Enhorabuena y mil gracias a la organización que con tanto cariño y esfuerzo lo han preparado”. Pepa Hernández - El Palo.
"Aún con el corazón emocionado, es verdad, así me siento. ¡Sigue la emoción!
Para mí ha sido otra vez esa sensación de "estar en casa". Llegar a la calle y ver la foto de María Eugenia, ya hace que palpite el corazón. Lo primero es ir al Santuario, tuve la gran suerte también de alojarme detrás de la capilla, con lo cual he pasado muchos ratos a solas con María Eugenia, ese silencio, esas velas puestas con la gran ilusión de su intercesión. La suerte de estar allí, y llevar mi corazón y el de otras personas que necesitaban su consuelo, su escucha como solo Ella sabe hacer.
¡Mi pertenencia a la Asunción es de lo mejor que me ha pasado en la vida! He reído como hacía tiempo que no lo hacía. He podido conocer a otras personas que ha sido muy gratificante estar con ellas. Volver a la casa donde nació, donde vivió, donde empezó a sentir qué haría. Ha sido otra muestra de cómo Ella me coje la mano para seguir. Se me saltaban las lágrimas en la misa en Metz, qué homilía tan emotiva del Obispo (me traducía Véronique sino no hubiera entendido). Emotivo también estar en Notre Dame, ¡qué maravilla! Estar en la tercera fila viendo el altar donde están depositadas las reliquias de María Eugenia. Es lo que hemos visto en televisión y ahora ver el altar ¡tan cerquita! Mirar la Piedad resplandeciente con la Cruz Dorada y la Virgen de Notre Dame con Jesús niño. Gracias, gracias y gracias por tanta emoción, alegría, risas, oración, canción y amistad. ¡Ojalá se repita y pueda volver de nuevo! Mi gratitud a quienes han hecho posible esta peregrinación y sentirme Familia Asunción.” Juana Rubio - Vallecas.
“Después de estos días "tras las huellas de Santa María Eugenia" he sentido que la vida es una peregrinación continua, cada uno realiza un camino y ella fue un testimonio de peregrinación espiritual y de acción social. Orar y servir. Desde pequeña afrontó momentos difíciles de cambios, confiando primero en sus padres y en Dios después de su encuentro con el Señor. Supo escuchar y discernir lo que Dios le pedía. Quiso situar a la mujer en un lugar destacado, preparada y formada para desenvolverse en el mundo. Ahora quiero valorar más las pequeñas cosas, mantenerme en oración y ayudar a quienes me rodean. La peregrinación además de ser un acto de devoción por llevarnos a reconocer a Dios en nuestras vidas, como María Eugenia, ha sido también una lección de humildad y esperanza”. Verónica Conejo – Pedregalejo
“Para mí fue la primera vez en un encuentro así, ¡¡ojalá!! no sea el único. Me cuesta relacionarme porque soy un poco vergonzosa. Pero la acogida que nos han hecho Véronique, Hélène, Mercedes y todas las hermanas en Auteuil. Los jardines, la capilla en todo lo que nos rodeaba sentías que nos acompañaba María Eugenia. La capilla, entras y sientes la acogida, la paz, la tranquilidad, el rezar. ¡Se siente todo! La visita a Preisch, yo con cada explicación, la veía correr, saltar, reír, estaba feliz. La catedral de Metz, donde iba a rezar, impresionante, la iglesia Sainte Ségolène, donde hizo la primera comunión, donde sintió que iba a seguir a Dios. A mí todo esto, me ha llegado al corazón, a pensar, en todos los valores que enseñaba y que la Asunción sigue transmitiendo, acogiendo a la gente, da igual la raza, el color, la lengua, todos somos uno, aprendemos unos de otros, eso es lo que a María Eugenia le gusta. Conclusión, yo he sentido mucha paz, tranquilidad, mucha acogida, y sobre todo sentir que María Eugenia estaba conmigo, me ha hecho desconectar de todo, cuando nunca lo he conseguido. Mi corazón queda lleno de agradecimiento”. María Jesús Merino – Madrid.
“Preciosos días de convivencia, compartir y disfrutar de todos los momentos de oración, ocio y reflexión en tan buena compañía. Una experiencia que quedará en el recuerdo para siempre. Muy agradecida por todo lo vivido Tras las huellas de María Eugenia”. Magdalena Alonso – León.