Nuestro perla preciosa

Durante tres días, 60 hermanas de la provincia de España, profundizan el carisma de la Asunción desde la historia personal y experiencias fundantes de santa María Eugenia de Jesús y Mère Thérèse Emmanuel.

Hemos vuelto a descubrir nuestro carisma como un don y una tarea recibida, que estamos llamadas a vivir, desarrollar, regalar… en lo concreto, a quienes nos rodean.

Ver el montaje: “El carisma de la Asunción, don en la Iglesia para el Mundo”

Carisma - ¿Qué entendemos por carisma? - ¿Cómo definirías nuestro carisma?

Vida en el Espíritu - Carisma de fundadora – Carisma de fundación

El creyente está llamado a participar de la única espiritualidad (CariV) donde se realiza la “vivenciación”[1] de la fe cristiana, que es la relación de comunión que existe entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo; espiritualidad que es ofrecida en el mismo Espíritu a la Iglesia, y de la que cada creyente participa en tanto miembro de ella, oyente activo de la Palabra y dócil a dejarse configurar por ella; esta única espiritualidad se concreta necesariamente en diferentes espiritualidades: carismas (Carisma).

La diversidad de carismas se debe a distintos motivos, de los que se pueden destacar, por un lado, la total libertad de Dios para revelarse al creyente y entrar en relación con él, o de éstos para comprender esta revelación, y por otro, las misiones particulares que el Padre encomienda a cada creyente para continuar la obra del Hijo, que es el Reino, por medio del Espíritu, y así realizar la vocación bautismal de santidad[2].

El “carisma de la Asunción” es un don particular del Espíritu Santo concedido a Madre María Eugenia (diferente, aunque relacionado con el “carisma de fundadora”), para vivir su llamada a la santidad, la edificación de la Iglesia y el desarrollo de una determinada misión en el Mundo.

Este mismo Espíritu ha querido conceder a otros discípulos a lo largo de la historia y en la actualidad, como forma particular de participar, de expresar y de vivir la única espiritualidad Cristiana; y que comprende: las intuiciones primigenias y originales de Madre María Eugenia, las formas y contenidos que se han ido originando a lo largo de la historia, y la institucionalización de unos y de otros.

[1] Juan Martín Velasco utiliza el término de “vivenciación” para expresar la experiencia personal del misterio creído que acontece en la vida de una persona, en todos sus niveles (razón, deseo, querer, sentimientos, afectos…), y a la que responde con esa adhesión fundamental en la que consiste la fe. Esta experiencia personal del misterio que se da en el interior de la fe recibida en una tradición, enriquece la propia creencia desde el conocimiento directo y personal del Misterio. El que ha hecho esta experiencia, aunque sea en sus grados elementales, ha personalizado la religión. Cf. J. Martín Velasco, El fenómeno místico, 319-320.

[2] Cf. H. U. von Balthasar, “Espiritualidad”, Ensayos Teológicos I. Verbum Caro, Guadarrama, Madrid 1964, 269-289.