Experiencia en Filipinas

AMA

Tras unas semanas de nuestro viaje a Filipinas, me gustaría compartir con vosotros esta experiencia tan grande.

Durante el mes de Julio, Carmen y yo hemos estado trabajando como voluntarios en la casa de los Misioneros de los Pobres, en Manila. Esta comunidad de frailes se encarga no solo de dar asilo, alimentar y cuidar a niños con parálisis cerebral y ancianos, sino también de darles un hogar y una fe cristiana en la que crecer. Destacar que tanto niños como ancianos carecen de familia, no han tenido medios para hacerse cargo de ellos o simplemente han sido abandonados. A pesar de su delicada situación, de enfermedades y grandes dificultades, siempre presentan una sonrisa imborrable, una mirada llena de esperanza y unas ganas inmensas de vivir dignamente.

Es así que he podido comprobar cómo Dios está muy presente en esta casa. Su misericordia y compasión por sus criaturas más vulnerables son infinitas. Dios actúa con amor y ternura, especialmente a través de los hermanos misioneros, trabajadores y voluntarios, que dedican todos sus medios, esfuerzos y oraciones al servicio de niños y ancianos. Sin duda son movidos por la gracia de Dios.

Por último quería daros las gracias por vuestras oraciones y pediros que ahora también las dirijáis a los hermanos Misioneros de los Pobres, a los que constituyen su casa y a su obra.

Juanma