UNA VOCACIÓN JOVEN BUSCANDO LA ESTRELLA DE LA VIDA RELIGIOSA

 Mercy llegó a nuestra casa de Olivos justo para las 1ªs Vísperas del 10 de marzo, fiesta de Santa Mª Eugenia. Hasta hoy ha convivido con la Comunidad de Cuestablanca, conociendo la vida en la Asunción. El 19 de octubre vuelve a su tierra natal, Kenya, para comenzar su formación inicial en la Asunción. Ha aprendido muy bien el español y nos cuenta su experiencia.

 Cada una de nosotras es objeto de una elección y de una llamada de amor, dijo la fundadora de las religiosas de la Asunción santa María Eugenia. Según mi pequeño entender, esto muestra que todos fuimos creados de una manera especial y con un propósito especial.

Viajando como Abraham en la Biblia, a principios de este año llegué a conocer a las religiosas de la Congregación de la Asunción, mientras deambulaba buscando un lugar donde Dios me llamara.

Para las mujeres, el discernimiento vocacional consistiría en sentirse llamadas al matrimonio, a la vida religiosa (que ahora estoy discerniendo) o de una monja. No diría que estoy buscando mi vocación, sino que discierno para vivir la vida religiosa o que actualizo el destino que es vivir una vida consagrada al servicio de Dios.

Doy gracias a Dios por poner ante mí una familia tan maravillosa: La familia religiosa de la Asunción a la que siento dentro de mi corazón. aunque llegué en una época muy extraña, la época en que el Corona virus atacó al mundo haciéndonos nadar en el mismo océano o remar en la misma barca. Agradezco a Dios por todas las experiencias vividas.

Mis queridas hermanas os aprecio por todo, especialmente por caminar conmigo durante este tiempo que he estado en esta comunidad: comenzando por enseñarme el español, la cultura, la vida religiosa, la espiritual, la vida comunitaria y las diversas actividades en la comunidad. Vosotras habéis estado ahí para ayudarme a crecer en todas las dimensiones. Habéis sido pacientes conmigo y me habéis corregido con amor, cada vez que me equivocaba. A través de vuestra ayuda amorosa y a los dones que Dios ha puesto sobre cada de vosotras, he crecido físicamente, espiritual y psicológicamente.

Como todos sabemos, ahora estamos en la misma barca de la epidemia, donde todos somos frágiles y estamos desorientados; pero al mismo tiempo somos importantes y necesarios. Todos estamos llamados a remar juntos y confortarnos mutuamente. Es tiempo de esperanza y fe, tiempo de amor y unión, tiempo adecuado y además útil porque estamos en tiempo peligroso y nos necesitamos cada una. La epidemia ha reunido e igualado el mundo; no eligió un determinado país ni continente, ni ricos ni pobres, pero nos ha afectado a todos. Es un momento extraordinario de oración, para cada una, en todo el mundo y fe en Dios. No solo veamos el efecto negativo de esta epidemia, sino también el positivo, cómo podemos remar con seguridad en nuestra barca de la vida hasta la orilla.  Juntos podemos.

Tuve una buena experiencia y me sentí como en casa, aunque lejos de mi hogar materno. Aún estoy siguiendo la estrella de la vida religiosa, para hacer la voluntad de Dios, al servicio de su pueblo. ¡Señor, ayúdame a escuchar tu voz y a hacer todo lo que me pides! Te entrego todo porque soy tuya y sin ti no soy nada, haz conmigo lo que quieras.

 MERCY KILUU MUSYOKI sierva de Dios.